Caminaba de noche por las frías calles de Bradford. Me abrazaba a mi misma, intentando mantener la poca calor corporal que tenía. Me pesaban las piernas después de tanto tiempo caminando. Debía aceptarlo; estaba más que perdida. Tal vez no fue buena idea salir a conocer el lugar sola.
Continuaba caminando bajo la luz de la luna y de las tenues farolas. Casi parecía el escenario de una película de suspense. Dos luces me deslumbraron, y, pronto, un coche estaba parado frente a mi. Mi cerebro me obligó a continuar mi camino. Todo aquello me daba mal rollo.
—Ey, preciosa. —Dijo una voz grave. —Te hablo a ti. —Continuo al comprobar que le estaba ignorando.
—Que quiere. —Dije sin apartar mi mirada de mis zapatos.
—¿Que hace una chica tan guapa como tu completamente sola?
—No le importa. —Dije y continúe caminando. Aquel tipo me seguía de cerca con el coche.
—Deja que te acerque a tu casa. Te prometo que la princesa llegará sana y salva. —Dijo con cierta gracia en su voz. Por primera vez en toda la charla, lo miré. No era ningún viejo verde como había pensado. Era un chico moreno, bastante mono.
—Puedo ir andando. —Dije secamente. —Además, tampoco sabría como indicarte...
—No me digas que te has perdido princesa.
—Pues sí, ¿no puedo perderme o qué?
—Claro, cada uno allá con sus aficiones. Te lo preguntaré por última vez, ya que tengo un poco de prisa... ¿Te llevo a casa, princesa?
Paré en seco. Al menos en el coche entraría en calor. Aunque sea un desconocido... Si no muero a manos de el moriré a manos del frío, asinque, que más da.
—Está bien. —Dije y me monté en el coche.
Pude verle mucho mejor. Sus ojos eran de un color miel intenso, estaban adornados por unas largas pestañas. Sus labios eran rosados y carnosos. Su pelo parecía sedoso, estaba en forma de tupé. Tenía un poco de barba, seguramente de unos tres dias.
—Y bien, ¿cuál es tu nombre princesa? —Me preguntó.
—Soy Rebeca.
—¿Rebeca? Te llamaré Beca, cuando no te diga princesa, claro está. —Dijo con una leve sonrisa en sus labios.
—¿Que te hace pensar que volveremos a vernos después de esta noche?
—Intuición. Además, este pueblo no es demasiado grande. —Me miró por un segundo para después volver su mirada hacia la carretera.
Me fijé en sus brazos. Llevaba una camiseta gris de manga corta y con cuello en V. Se adaptaba perfectamente a sus marcados bíceps. Tenía varios tatuajes, al menos en ese brazo.
—¿A donde quieres que te lleve, princesa?
—No sé hacia donde indicarte. Sólo sé que vivo cerca del centro de la cuidad. Frente a mi hay una agencia de viajes...
—¿No recuerdas nada más?
—Creo que hay un videoclub en la esquina de la calle pero no estoy segura...
—Ok, probaremos por aquí. —Dijo entrando en una calle mucho mas alumbrada, con varias tiendas de ropa. —¿Te suena?
—No. —Dije observando la calle. —No, definitivamente.
—Si no llegaras a recordar donde vives siempre puedes venir a mi departamento, eso si, sólo tengo una cama y yo no pienso dormir en el sofá. —Dijo sonriendo engreidamente.
—Si, puede que en tu sueños.
—Allí te espero, monada. ¿Te suena este barrio?
—Umm —Miré varias veces la calle hasta que porfin reconocí el pequeño adorno que mi hermanita se había empeñado en poner en la ventana de casa. —Si, es allí. —Le indiqué.
—¿Ves como no te mentía princesa?
—Gracias... ¿Emm...?
—Zayn.
—Gracias Zayn.
—No, gracias a ti princesa, ya sé donde vives. —Me guiño un ojo.
—Buenas noches. —Dije y entré en casa.
Mi hermanita Diana se había quedado dormida en el sofá. La cargué en brazos y la llevé hasta su cama.
—¿Dónde estabas Rebeca? —Pregunto mi tía detrás de mi, haciéndome sobresaltar.
—Tía... Me perdí. —Susurre.
—¿Y quién te ha traido ha casa? He oído el motor de un coche.
—Un amigo. —Dije rezando para que dejara de preguntarme.
—¿Amigo? A penas llegamos ayer a Bradford... ¿Cuándo le has conocido?
—Bueno... Esta mañana. Recuerdas que fuí a comprar al quiosco con Diana, ¿no? —Asintió. —Pues conocí ha ese chico y estuvimos hablando. Gracias ha dios ahora me lo he encontrado y me ha traido.
—Ah, bueno... Buenas noches cariño. —Me besó la frente.
—Buenas noches tía... —Dije. Le besé la mejilla a mi hermana y marché hacia mi habitación.
Me desnude lentamente, con la cara de aquel chico, Zayn, en la mente. Era muy guapo pero parecía el típico chico malo. Una vez estuve en ropa interior, me puse un pijama y me hice una coleta alta. Me miré al espejo. ¿Que podría haber visto ese chico en mi para detenerse así, en medio de la carretera? Era una chica normal, rubia, de estatura baja. Tenía curvas pero no para pasarme. Lo único bueno que veía en mi misma era el culo. Seguramemte sólo pensó que sería alguna prostituta o algo por el estilo. Tampoco puedo culparlo, eso de andar por una carretera, sola y de noche... En fin.
Olvidé el tema y me metí en la cama dispuesta a dormir.
(...)
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